Como su padre, el gran thor, pasa muy ocupado en las calles de San Salvador (preferimos no saber lo que hace), su pobre nene, el chelito tiene que ser corregido por sus compañeros de universidad...
Érase una vez un sapo que le gustaba frecuentar antros de perdición... este sapito saltaba en los charquitos, se fumaba un cigarro y le disparaba a los desarmados. Este es el sapito de nuestra historia:
Pero un día el sapo descubrió que podia comer en su barriguita... igual que las nutrias!!!!